Cada 22 de agosto, nuestro país se viste de tradición para celebrar el Día del Folklore Paraguayo. Una fecha que no solo invita a recordar, sino también a reflexionar sobre la esencia de nuestra identidad cultural. Esta fecha nacional coincide con el Día Mundial del Folklore, declarado por la UNESCO el 22 de agosto de 1960, en Buenos Aires, Argentina.
En nuestro país, esta fecha toma un cariz especial, rindiendo homenaje a nuestras raíces, a esa mezcla de influencias indígenas, coloniales y mestizas que se tejieron a lo largo de los siglos.
El folklore paraguayo es un mosaico vibrante de danzas, músicas, leyendas y costumbres que, transmitidas de generación en generación, forman el núcleo de nuestra identidad nacional. Desde la emotiva polca paraguaya hasta la enigmática danza de la botella, cada expresión es un testimonio vivo de la rica herencia cultural del país. Establecer una fecha para celebrar el folklore es, por tanto, una manera de reconocer y preservar esa herencia, de mantener vivo lo que nos hace únicos en el mundo.
Esta fecha nos recuerda la responsabilidad que tenemos como sociedad, de proteger y promover nuestro patrimonio inmaterial. En un mundo cada vez más globalizado, donde las tradiciones locales se pueden ver eclipsadas por influencias externas, es crucial que el folklore no solo sea motivo de orgullo, sino también un pilar educativo y cultural para las nuevas generaciones. La riqueza del folklore paraguayo no debe quedar relegada a un recuerdo, sino que debe ser una llama viva que ilumine nuestro camino hacia el futuro, uniendo el pasado con el presente y, sobre todo, con el porvenir de nuestra nación.