Cada 22 de marzo, el mundo conmemora el Día Mundial del Agua, una fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1993, para generar conciencia sobre la importancia del agua dulce y su gestión sostenible. La elección de esta fecha responde a la necesidad de abordar la crisis hídrica global, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente el ODS 6: “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible para todos”.
El agua es esencial para la vida. El 70% del cuerpo humano está compuesto por este líquido vital y, sin acceso a agua potable, 2.2 mil millones de personas en el mundo enfrentan riesgos de salud. Además, la crisis climática está exacerbando la escasez hídrica. Se estima que para este año, la mitad de la población mundial vivirá en zonas con estrés hídrico.
Más allá del consumo humano, el agua sostiene los ecosistemas, regula el clima y permite la producción de alimentos y energía. Sin embargo, el 80% de las aguas residuales son vertidas sin tratamiento, contaminando ríos y mares. La sobreexplotación y el desperdicio agravan un problema que no podemos ignorar.
Hoy, más que nunca, debemos reconocer que cada gota cuenta. El agua no es un recurso infinito; su preservación es una responsabilidad compartida. Cuidar el agua es cuidar el futuro.