Paraguay conmemora hoy el Día Nacional de la Constitución, que marca 32 años desde la promulgación de su actual Carta Magna, aprobada el 20 de junio de 1992. Este documento fundamental sentó las bases para una democracia moderna y equitativa.

La Constitución de 1992 fue el resultado de un proceso histórico significativo, que emergió tras el fin de la dictadura de Alfredo Stroessner. Su creación representó un esfuerzo colectivo por establecer un marco legal que pudiera garantizar derechos y libertades fundamentales, fortalecer las instituciones democráticas y promover la justicia social.

El valor de contar con una Constitución democrática y ecuánime es incalculable. Este documento no solo define la estructura y el funcionamiento del Estado, sino que también protege los derechos de los ciudadanos, asegurando un balance de poder entre las distintas ramas del gobierno. En una sociedad democrática, la Constitución actúa como el pilar sobre el cual se construye la convivencia pacífica y el respeto por el Estado de derecho.

En estos 32 años, la Constitución paraguaya fue clave para consolidar una democracia que, aunque enfrenta desafíos, permitió un espacio de pluralidad y participación ciudadana. Los logros en materia de derechos humanos, libertad de expresión y desarrollo institucional son testimonio de su relevancia y vigencia.

Sin embargo, como cualquier documento vivo, la Constitución requiere de un compromiso constante por parte de todos los actores sociales y políticos para adaptarse a las nuevas realidades y demandas de la sociedad. Reflexionar sobre su importancia es también un llamado a la ciudadanía para seguir defendiendo y fortaleciendo los principios democráticos que nos unen.

Al conmemorar el Día Nacional de la Constitución, los paraguayos celebran no solo un texto legal, sino un símbolo de esperanza y progreso, una guía que -hace más de tres décadas- orienta el rumbo del país hacia una sociedad más justa y equitativa.